- La Serrana de la vera: Isabel de Carbajal, hija de familia acomodada, hermosa joven con gran fortaleza física para la caza y el tiro que corría sola la sierra. Fué seducida por un sobrino del obispo de plasencia y para ocultar su dolor y su desonra huyó sola a la sierra como refugio. Su venganza era tal que seducía a todo varón que se adentraba solo y tras gozarlo lo mataba. Un pastorcillo que logró escapar contó la historia y tras capturarla en la horca de plasencia murió.
- Los 7 obispos: 7 obispos y un grupo de religiosos huyendo de los musulmanes se escondieron en una antigüa ermita, tras ser capturados les mataron pero antes les dió tiempo para esconder las ostias consagradas. Desde entónces mana una fuente en su interior.
LA SERRANA DE LA VERA
Allá en Garganta la olla,
siete leguas de Plasencia,
habitaba una serrana alta,
rubia y sandonguera
con vara y media de pecho,
cuarta y media de muñeca,
con una mata de pelo
que a los zancajos la llega.
La serrana cazadora
gasta falda a media pierna,
botín alto y argentino
y en el hombro una ballesta.
Si teniá ganas de agua,
se bajaba a la ribera;
si teniá ganas de hombres,
se subía a las altas peñas.
Pasan unos, pasan dos
y no pasa el que ella espera
y vio venir a un serrano
con una carga de leña.
La ha cogido de la mano,
pa la cueva se le lleva.
No le lleva por caminos ni tampoco por veredas,
le lleva por entre el monte
por donde nadie les vea.
Al entrar en la cabaña el serrano, ¡qué sorpresa!
Al resplandor de las llamas
vio un montón de calaveras.
¿De quiénes son estos huesos,
cuyas estas calaveras?
De los hombres que he matado
pa que no me descubrieran.
Bebe, bebe, serranillo, bebe de esta calavera,
que puede ser que algún día otro de la tuya beba.
Buenas noches, caminante,
buena noche nos espera de perdices y conejos y tortolas arrayuelas,
de plan blanco y de buen vino y de tu cara risueña.
Si buena cama le di, mi mejor cama le diera.
Entre pieles de venado mi mantelina tendiera.
La serrana al serranillo
le mandó cerrar la puerta y el serrano,
como astuto, la dejó un poco entreabierta.
Serranillo, serranillo, ¿sabes tocar la vihuela?
Sí señora, sí señora, y el rabel si usted me diera.
Pensó adormecerle a él, mas le adormeció él a ella.
Por un cantar que ella canta,60 él cantaba una docena.
Cuando la sintió dormida fue muy despacio a la puerta,
las albarcas en la mano para que no le sintiera.
Media legua lleva andada y sin volver la cabeza,
pero cuando la volvió, como si no la volviera.
Vio venir a la serrana
bramando como una fiera,
saltando de cancho en cancho,
bricando de piedra en piedra.
Una china lleva en la honda
que pesaba arroba y media.
Con el aire de la china,
le ha tirado la montera.
Vuelve, vuelve, serranillo,
que te quedas tu montera,
que es de paño rico y fino
y no es menester se pierda.
Si es de paño rico y fino,
así se gasta en mi tierra.
Mis padres me compran otra
y si no, me estoy sin ella.
Por Dios te pido, serrano,
que no descubras mi cueva.
Descubierta no será y hasta la primera venta.
Cuando a Garganta llegó,
enseguida fue a dar cuenta.
Muy pronto los cuadrilleros
de los pueblos de la Vera
subieron a la montaña y rodearon la cueva.
La toman declaración por si ella lo deniega.
Un desengaño amoroso la hizo perder la cabeza
y marcharse a la montaña100
y vivir como una fiera.
En la plaza de Garganta fue la primera reyerta.
La toman declaración y la llevan a Plasencia;
por mandato del Supremo,
la cuelgan de una cuerda
y aquí se acaba la historia: l
a Serrana de la Vera.
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